::... Honramos a las generaciones y vivimos el contacto con la memoria antigua de nuestros pueblos ...::

miércoles, 18 de noviembre de 2020

Cuando nos encontramos en círculo


Vivimos tiempos de profundos cambios, cambios que sin duda apuntan a la construcción de una nueva realidad. Para muchas de nosotras, la  forma en que construimos nuestras relaciones es una de las realidades/preguntas/reflexiones que han tomado protagonismo los últimos meses, años. Y es que la gran mayoría de nosotras nos hemos dado cuenta que este sistema del que somos parte nos empuja, algunas veces sutilmente, otras de forma muy evidente, a la individualidad. Desde ya hace algún tiempo, leemos por todos lados -sobre todo en las redes sociales- la importancia de retomar las relaciones que se construyen desde la colectividad. 

Como raza humana, desde hace ya miles de años, nos dimos cuenta que ser parte de una familia, un grupo, una tribu, un clan, era mucho mejor que andar sola por allí. Sabernos parte de algo más grande que nosotras, nos fortalece, nos da identidad. Sin embargo, no es hasta que una lo vive, hasta que una verdaderamente se siente parte de algo, que las bondades de la colectividad comienzan a revelarse frente a nuestros ojos. 

Ser parte de un Círculo de Mujeres es medicina pura. Los procesos que una es capaz de abrir sintiéndose arropada por otras mujeres son sin duda un valioso regalo en nuestros tiempos. Y es que los vínculos que se construyen van más allá de la amistad, la otra se convierte en tu hermana, tu espejo, tu comadre, tu otredad. 

Allí dentro nuestros corazones encuentran un lugar seguro para latir en su preciosa y única forma, para ser nosotras sin miedo al juicio, a la crítica o a la burla. Allí nuestras voces encuentran un eco, nuestras historias empatizan con las de las demás y nuestras miradas se encuentran con la de la otra en dulzura, belleza  y genuino amor.

Texto: Yuliana Cerros
Foto: Karenina Casarín

domingo, 12 de julio de 2020

Cuando las mujeres nos reunimos a cantar

Cuentan las abuelas que las mujeres se reunían a compartir su tiempo juntas. Tejían, hablaban, cocinaban, amamantaban y cantaban juntas. Recuerdo también haber visto en muchas películas de época la complicidad de las mujeres “de antes”, mujeres habitando esos espacios contenidos y cuidados donde podían ser ellas, en donde todo era válido y encontraban la seguridad para manifestar lo que realmente eran. Sin embargo, pensaba que como mujer mestiza habitante de una ciudad con más de cinco millones de personas, esas historias se quedaban en lo que “se cuenta” o lo que salía en las películas, que las mujeres de mi tiempo no teníamos acceso a eso que otras tuvieron. Las mujeres de ahora trabajan en oficinas, escuelas, mercados, hospitales, bancos o restaurantes; están a cargo de sus hijes, de los quehaceres de la casa o de los cuidados de otros miembres de la familia; en fin, hacen de todo menos tejer o cantar juntas. Quizá lo más cercano que podía encontrar en mi cotidianeidad era el cafecito que de cuando en vez me tomaba con mis amigas. 

Esa idea cambió el día que conocí un círculo de mujeres, en especial, de mujeres que se reunían a cantar. Llegar a un espacio cuidado, protegido, que sostiene un rezo fue algo totalmente nuevo para mí. Sin embargo, lo que no era nuevo fue el sentimiento de que debía de cumplir una expectativa, ¿qué tengo que hacer? ¿y si me equivoco? ¿qué canción canto? ¡pero si mi voz es horrible! ¡yo no sé cantar! ¡nunca he sido entonada! Una serie de exigencias, miedos, expectativas se desbordaban en mi mente, dándome cuenta así lo difícil que es soltarme sin miedo a las experiencias, dejar de lado lo que he aprendido y permitirme desaprender para aprender. 

Poco a poco fui recibiendo la medicina del canto, el sonido del gran tambor al que todas referían como “La jefa” fue hablándome, resonando en mi corazón, dándome el valor y la confianza, para soltarme, para rezar. Entonces aprendí a rezar cantando, a sincronizar la vibración de mi voz y mi corazón al toque del tambor y a la frecuencia de nuestras voces. A entender que para cantar no necesitaba nada más que mi voluntad, mis ganas de compartir, mi disposición para dejar fluir el sonido que nace en mi estómago, atraviesa mis pulmones, transita mi garganta y sale de mi boca. Supe entonces que ninguna de las mujeres sentadas alrededor de la jefa me criticaría o emitiría un juicio de mí, pues el objetivo de reunirnos no era cantar bonito, era simplemente cantar. Cantar desde el corazón, cantar desde el espíritu, cantar para el fuego, la tierra, el agua y aire, cantar a la vida, cantar al amor. Así, cantar juntas se ha convertido en una medicina, en un bálsamo -sobre todo en estos tiempos-, en un ritual que nutre mis días, que regocija a mi corazón. 

Texto: Yuliana Cerros
Foto: Nesbith Lauro

viernes, 3 de julio de 2020

Mi niña

Vamos mi Niña, abre ya tus ojos, deja de soñar,
levanta, abre bien tus ojos y lava de una vez tu rostro,
deja que el agua fría entre en tus poros y te despierte.

Vamos mi niña deja ya esa ilusión
que lo que le corresponde al corazón
no lo hallarás en tu mente,
que cuando el corazón siente
el silencio llega.

Mi niña de labios color carmesí, deja que la quietud haga su trabajo,
que a la ilusión le gusta el ruido y es alimento de deseos vagabundos
que rondan en el laberinto de los sueños y no te dejan ver con claridad
la esencia de la certeza del corazón. 

Camina despacio junto al fuego mi niña, abraza ya tus miedos,
deja que tus lágrimas fecunden la tierra sabia
y los transforme en abono de nuevas rutas,
deja que su calor averigüe tu esperanza.

Vuela hacia el centro, en espiral,
calla tu mente que la certeza del amor se siente,
te transforma y transmuta,
que la ilusión crea realidades complejas
pero cuando hay certeza en el corazón
la claridad despeja caminos de aprendizajes profundos
que limpian las capas de polvo que cubren tus dudas y con una gota de su luz
ilumina la creación de cada una de las células imperceptibles de la certeza absoluta.

Vamos mi niña limpia ya esas mariposas en tu estomago
déjalas volar libres
para que la profundidad de tu ser resuene en armonía
con la esencia de las imposibilidades de tus sentimientos
y fluya alto.

Vamos mi niña abrazarte y deja que el agua lleve tu ilusión al mar,
la sale, la envuelva y libere tu corazón.

Texto: Diana Oviedo
Imagen: Gina Dewar

miércoles, 1 de julio de 2020

Me recuerdo como soy

Durante los primeros seis meses de este año me he permitido a mi misma verme en el espejo. Como soy, porque soy y para qué soy. Me he tenido que enfrentar con los monstruos que habitan mi sombra y las flores del jardín de mi alma. Yo, sola, me he llevado a lo profundo de la cueva, y cual serpiente he cambiado de piel. 

Ha sido duro, he llorado mares, he menstruado miedos, he gritado verdades y mentiras. He tenido que mirar a la niña que un día fui para abrazarle y decirle que todo está bien, que ya pasó. Que ahora la mujer que soy, es la que nos sostiene.

Después de haberme tragado mis propias lágrimas cuando tenía sed, ahora bebo agua. Agua de los más limpios arroyos.

Después de haberme revolcado en el lodo de mis rencores cuando tenía hambre, ahora planto en la tierra. Tierra fértil que da vida a las semillas.

Después de haberme ahogado en el huracán de mis emociones cuando tenía miedo, ahora canto a los cuatro vientos. Vientos que refrescan mi memoria.

Después de haberme quemado con la llama de mi propia ira cuando tenía dolor, ahora enciendo el fuego sagrado. Fuego que cura, limpia y sana.

Me recuerdo como soy. Soy amor, soy paz, soy compasión, soy abundancia, soy placer. Soy música, soy sonido, soy latido, soy canción. Soy inteligencia, soy intuición, soy sabiduría, soy honor. Soy todo eso que siempre quise ser. Soy libre y soy feliz. Soy todo lo que soy porque un día cegada por el miedo fui lo que nunca quise ser.

Texto: Nicole Camacho Arteaga
Imagen: Mandala con sangre lunar

miércoles, 4 de marzo de 2020

Quinto Encuentro en México: Transformando nuestro ser



[JALISCO, MÉXICO] En estos años y encuentros, cuatro lunas (azul, roja, negra y blanca) enfocaron nuestros rezos al pueblo femenino, a las sagradas cuerpas, a la belleza del tejido que somos como mente, materia, emoción y espíritu.

Hoy queremos embellecer lo aprendido, retomar el poder y el derecho que tenemos de nosotras mismas, de nuestro cuerpo, nuestro ser.
Mujeres de luna de México y Ecuador convocamos al V Encuentro “Transformando nuestro ser” que se realizará en las tierras de Bailadores en Guadalajara, Jalisco del sábado 25 al domingo 26 de abril.

Abrimos este espacio para recordarnos e inspirar la integración que somos -en todos los sentidos- y frente al fuego del corazón apropiarnos de nuestra propia transformación.

Porque es aquí, en el cuerpo de mujer donde la esperanza se gesta con luz por el equilibrio de la humanidad, el alimento de paz y el agradecimiento por lo aprendido.

Tejernos entre nosotras, desde las úteros corazones, hacer comunidad de mujeres y reflejarnos, en estos tiempos y en estas circunstancias.

Durante estos dos días conocerás herramientas y prácticas que te inspiren sembrar voluntad y esperanza frente a estas diversas crisis y resultados que estamos viviendo como humanidad.

¡Consulta el programa y sigue las últimas actualizaciones del evento en nuestro Facebook!


Todo es frecuencia, todo es vibración
y si nuestra transformación se conecta con la armonía,
el equilibrio en la humanidad será entonado.

Estamos en tiempos de transformación

¿Dudas?
Comunícate por interno o vía whatsapp:
33 1671 3442 / 3310430172

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jueves, 30 de enero de 2020

Tratado sobre La piel


Somos seres espirituales viviendo
Una experiencia material, más....la piel.....la piel es ese halo mágico energético que nos recubre y convierte el espíritu en sublime materia.
Es la frontera sagrada a través de la que se entra a nuestro cuerpo.
Es a través de la piel que se transmite el calor necesario para la vida,
es el fuego sin el cual la vida no existiría,
es el refugio bajo el cual albergamos a nuestro bebé durante nueve meses y después le abrazamos con él -ojalá- toda nuestra vida…
Es desde donde se transmite a nuestro cerebro “Estoy en casa, estoy protegida-protegido”
Es la más bella en-carnación  del amor,
la piel....
¿Podemos vivir sin contacto con la piel del otro?
Sin ese roce sutil que a veces habla sin palabras.
La piel de nuestros labios, la piel del cuello, la piel de las manos....
¡que no se olvide!
lo sagrado del camino que recorremos cada vez que nos acercamos a la piel del otro,
que es el revestimiento de su espíritu, su alma...
y que a través de ella puedes tocar el mismo, si....
El alma se toca en la piel. Quien no tuvo a su madre abrazando su alma vivirá toda la vida buscando ese abrazo.
Cuando atravesamos la frontera hacia el alma sin respeto ni concierto, abrimos escisiones en el-ella, quiebres difícilmente recuperables.
Cuando toques a un niño o niña recuerda que en esa fina e inmadura piel reside la esencia de su alma, tócala con el más estricto refinamiento de tocar lo más valioso que esa persona posee, la guarida de su espíritu.
Cuando me toques, recuerda que soy un alma que lleva caminando eternidades en esta tierra y que esta vez elegí este templo como refugio, siente que cada terminación nerviosa que se ve afectada por tu toque tardará siglos en borrar el mensaje que en mi piel dejes impregnada.
Somos seres espirituales viviendo una experiencia material
nuestro alma camina y se expresa a través de nuestro cuerpo.
¡Ámalo! ama el contacto sutil y amoroso del otro, ama tu propio contacto con tu cuerpo, con tu alma, cada célula es un brote de amor receptivo y amor dador.
Expresa tu alma tocando con amor.


jueves, 2 de enero de 2020

La herencia de mi 2019


Esta es la herencia que me dejo a mi misma  después de quemar* el 2019 

Querida mujer:

Te dejo flores llenas de espinas 
para tan solo  tomar su aroma 

Te dejo mil amores 
para que siempre entregues más de mil manjares 

Te dejo una piel bella con algunas cicatrices 
para que recuerdes tu camino

Te dejo una cajita con tus sueños 
Para que los desenpolves uno a uno 
con tanto cuidado que ninguno se rompa.

Te abrazo y me despido de ti 
en este fuego que siempre abraza 
y despoja de todo lo que ya no me pertenece



Texto: Yasuní Rocío [Mindo, Ecuador]
Foto: Pancho Sornoza. "Ritual de enero en el noroccidente de Ecuador"
* En Ecuador tenemos la tradición de quemar en una personaje que representa lo viejo y el inicio de lo nuevo, dejar el pasado y proyectar el futuro.