Vamos mi Niña, abre ya tus ojos, deja de soñar,
levanta, abre bien tus ojos y lava de una vez tu rostro,
deja que el agua fría entre en tus poros y te despierte.
Vamos mi niña deja ya esa ilusión
que lo que le corresponde al corazón
no lo hallarás en tu mente,
que cuando el corazón siente
el silencio llega.
Mi niña de labios color carmesí, deja que la quietud haga su trabajo,
que a la ilusión le gusta el ruido y es alimento de deseos vagabundos
que rondan en el laberinto de los sueños y no te dejan ver con claridad
la esencia de la certeza del corazón.
Camina despacio junto al fuego mi niña, abraza ya tus miedos,
deja que tus lágrimas fecunden la tierra sabia
y los transforme en abono de nuevas rutas,
deja que su calor averigüe tu esperanza.
Vuela hacia el centro, en espiral,
calla tu mente que la certeza del amor se siente,
te transforma y transmuta,
que la ilusión crea realidades complejas
pero cuando hay certeza en el corazón
la claridad despeja caminos de aprendizajes profundos
que limpian las capas de polvo que cubren tus dudas y con una gota de su luz
ilumina la creación de cada una de las células imperceptibles de la certeza absoluta.
Vamos mi niña limpia ya esas mariposas en tu estomago
déjalas volar libres
para que la profundidad de tu ser resuene en armonía
con la esencia de las imposibilidades de tus sentimientos
y fluya alto.
Vamos mi niña abrazarte y deja que el agua lleve tu ilusión al mar,
la sale, la envuelva y libere tu corazón.
Texto: Diana Oviedo
Imagen: Gina Dewar
No hay comentarios.:
Publicar un comentario