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martes, 29 de marzo de 2016

La vida y el cuerpo.... historia de una separación.


 La vida se aferra....lucha.... el cuerpo la quiere expulsar, pero ella huye, se esconde... corre al último rincón y agacha la cabeza, se hace la muerta y cuando el cuerpo se descuida... regresa, sale de su escondite y sube a los ojos, vuelve a resplandecer.... 

La vida es una niña  traviesa y  juguetona, se abre camino por donde quiere... llena de flores los lugares que habita y nos devuelve la ilusión de los años mozos... pero el cuerpo es perecible, tiene fecha limite.. los años contados; envejece, se arruga, se cansa y desvanece. 

El cuerpo cansado da su última batalla para expulsar a la vida... compañera de antaño y nostalgias... los recuerdos de la vida juntos lo detienen. Se vuelven amarras, lazos difíciles de romper... ella se escabulle jugando y él la busca desesperado con ganas de descansar... "por favor" le implora el cuerpo a la vida... "¿no ves que ya no puedo más?... ten compasión:...” le habla como se hablan los viejos compañeros, los que se conocen desde siempre. Con  su voz ronca, tosiendo y casi sin aliento, fatigado y amarillo, le vuelve a pedir: "déjame ya es hora... sigue tu camino y deja que yo descanse el mío".... la vida no lo comprende… está en su naturaleza abrirse paso... seguir... volver a nacer y poblar  la tierra.... pero sabe que ya es tiempo... que el pedido es real y verdadero, que el abrigo del cuerpo está por terminar.... que ha llegado el fin de su forma humana y que se acerca la trascendencia. 

Entonces la vida le da un sigiloso beso y en él impregna los recuerdos de lo vivido, esa poción hace que el cerebro pase como una película de cine, los momentos bellos de la vida...  Así en un acto de compasión absoluto la vida rompe su naturaleza en un instante consciente... llama a la curandera.... a la que calma todos los dolores,  entrega el cuerpo a su cuidado y se aleja... 

La vida seguirá correteando, buscando donde encarnarse y aparecer, seguirá naciendo en la tierra... mientras  el cuerpo buscará su descanso, muriendo en el regazo de la misma madre.

Texto y foto: Amalia Oviedo (Ecuador)