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domingo, 1 de febrero de 2015

De las tierras del sur, al ombligo de la luna.


En este hilo de la incertidumbre van mis pasos unidos al tejido como Mujeres de luna, de la tierra, de las estrellas. De todo lo que nos rodea y con todo lo que nos relacionamos…

Por ahí, cuando la tierra terminaba de llegar al solsticio de invierno y sus caderas dieron vuelta; fue que nos reencontramos en México. Después de diez meses que Ecuador me sostuvo regresé al terruño por un tiempo. Nada es fijo, todo se transforma…

Bueno pero esta historia comienza ahí, donde mis pasos por México llegaron a compartir entre mujeres, aprendizajes y enseñanzas, convocadas por  las ganas de reunirnos como aguas que fluyen, tierras que siembran, fuegos que transforman, y vientos que cantan… y cantamos juntas.

Las ganitas con voluntad, resultaron un buen compartir. De 20 a 7 mujeres nos reunimos durante cuatro semanas en Guadalajara, Jalisco para ensayar cantos del performance que se presentaría en menos de un mes.

La propuesta de dicho performance provenía desde mujeres, que en Ecuador construimos al recopilar cantos durante círculos y ceremonias por 10 meses. El resultado de este tiempo (re-unido, re-tejido) fue dicha muestra artística-ceremonial y que con esta voluntad, se convocó a mujeres en Guadalajara unirse al proyecto. La razón: medicina pura del canto y -por si alguna quisiera- sumarse a la presentación de aquel 26 de diciembre, en San Pancho Nayarit.
Sí… en el peformance.

Entre nosotras, en el círculo de Guadalajara existieron diversas inspiratricez del poder de la medicina de mujer. Y reunidas reconocimos el poder que somos.
La primera noche hicimos memoria de la relación con los cantos desde pequeñas. Nuestros recuerdos -en su mayoría- fue querer cantar pero al ánimo se apagaba cuando alguien nos callaba. También entre nosotras, había quienes actualmente estudiamos música y nos gusta despertar la algarabía del ritmo. Por otros lados del círculo nos encontramos quienes sin profesión pero con continua formación expresamos en canto momentos de la vida diaria. Y así, entre la diversidad fuimos, platicamos, tomamos té, invocamos a las energías invisibles prendiendo un tabaco, y frente a la Jefa tambor, tambores de viento, sonajas, pinguyos y trompe ensayamos 4 noches.

El resultado fue despertar aun más la continuidad de estas reuniones porque invocar y perfeccionar la flecha del canto es una gran provocación para todas… incluso para la que dice -no sé cantar- porque experimentamos que si el corazón llama… el canto fluye.
Nuestra imaginación cual pólvora ha construido cada vez más estos espacios de ensayos, de fortaleza femenina y de nuevas expresiones artísticas para compartir esta medicina con nuestras familias y con todo lo que se relaciona con nuestro Ser.

Mujeres de luna en Guadalajara convoca a diseñadoras, cantantes, amas de casa, comunicadoras, sicólogas, actrices, cirqueras, biólogas, y quien más tenga la voluntad. Aquí todas aprendemos desde la ciencia de la paz, desde el compartir y la evolución colectiva de que mujeres juntas… si podemos sanarnos. No estuvo invitada la competencia, ni la envidia, ni el capricho. Sólo el corazón sutilmente fue incluyendo las nobles formas de amar la vida misma, representado desde el tono sincero del canto de mujer.

Y entre que ensayamos con afán, tres cantos por noche también descansamos fluyendo en la improvisación. El deleite surgía con el alientos pal corazón, y las carcajadas del alma.  Ahí en ese tiempo, nos dimos cuenta quiénes éramos, por dónde se pronunciaba la estela femenina de nuestras antepasadas y por dónde la sanamos, entre todas, con todas. Por todos los que nos rodean.

La prioridad no es ganar dinero con esto, ni que cambiemos al mundo por medio de la paz. Nuestro objetivo es ser coherentes en el diario vivir donde se pide paz ante tanta violencia, pero el corazón sigue ansioso por tanta oscuridad.

Y así, de alguna manera fluimos desde la respiración haciendo honores a la dulce voz de la tierra entonando la esperanza en vida para las siguientes generaciones.
Si alguna mujer lee esto y se encuentra en Jalisco, México, no dude en contactarnos. Porque mujeres de luna somos todas y aunque ahora esté yo de regreso en esta mitad del mundo, las redes sociales me confirman que los círculos siguen.
Y seguirán.

Ahei
Mitakuye oyasin

Texto y fotos: Patricia Karenina Casarín

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