En este hilo de la incertidumbre van mis pasos unidos al
tejido como Mujeres de luna, de la tierra, de las estrellas. De todo lo que nos
rodea y con todo lo que nos relacionamos…
Por ahí, cuando la tierra terminaba de llegar al solsticio
de invierno y sus caderas dieron vuelta; fue que nos reencontramos en México.
Después de diez meses que Ecuador me sostuvo regresé al terruño por un tiempo. Nada
es fijo, todo se transforma…
Bueno pero esta historia comienza ahí, donde mis pasos por México
llegaron a compartir entre mujeres, aprendizajes y enseñanzas, convocadas
por las ganas de reunirnos como
aguas que fluyen, tierras que siembran, fuegos que transforman, y vientos que
cantan… y cantamos juntas.
Las ganitas con voluntad, resultaron un buen compartir. De 20 a 7 mujeres nos reunimos durante cuatro semanas en Guadalajara, Jalisco para ensayar cantos del performance que se presentaría en menos de un mes.
La propuesta de dicho performance provenía desde mujeres,
que en Ecuador construimos al recopilar cantos durante círculos y ceremonias
por 10 meses. El resultado de este tiempo (re-unido, re-tejido) fue dicha
muestra artística-ceremonial y que con esta voluntad, se convocó a mujeres en
Guadalajara unirse al proyecto. La razón: medicina pura del canto y -por si
alguna quisiera- sumarse a la presentación de aquel 26 de diciembre, en San
Pancho Nayarit.
Sí… en el peformance.
Entre nosotras, en el círculo de Guadalajara existieron
diversas inspiratricez del poder de la medicina de mujer. Y reunidas
reconocimos el poder que somos.
La primera noche hicimos memoria de la relación con los
cantos desde pequeñas. Nuestros recuerdos -en su mayoría- fue querer cantar
pero al ánimo se apagaba cuando alguien nos callaba. También entre nosotras,
había quienes actualmente estudiamos música y nos gusta despertar la algarabía
del ritmo. Por otros lados del círculo nos encontramos quienes sin profesión
pero con continua formación expresamos en canto momentos de la vida diaria. Y así,
entre la diversidad fuimos, platicamos, tomamos té, invocamos a las energías
invisibles prendiendo un tabaco, y frente a la Jefa tambor, tambores de viento,
sonajas, pinguyos y trompe ensayamos 4 noches.
El resultado fue despertar aun más la continuidad de estas
reuniones porque invocar y perfeccionar la flecha del canto es una gran
provocación para todas… incluso para la que dice -no sé cantar- porque experimentamos
que si el corazón llama… el canto fluye.
Nuestra imaginación cual pólvora ha construido cada vez más
estos espacios de ensayos, de fortaleza femenina y de nuevas expresiones
artísticas para compartir esta medicina con nuestras familias y con todo lo que
se relaciona con nuestro Ser.
Mujeres de luna en Guadalajara convoca a diseñadoras,
cantantes, amas de casa, comunicadoras, sicólogas, actrices, cirqueras,
biólogas, y quien más tenga la voluntad. Aquí todas aprendemos desde la ciencia
de la paz, desde el compartir y la evolución colectiva de que mujeres juntas…
si podemos sanarnos. No estuvo invitada la competencia, ni la envidia, ni el
capricho. Sólo el corazón sutilmente fue incluyendo las nobles formas de amar
la vida misma, representado desde el tono sincero del canto de mujer.
Y entre que ensayamos con afán, tres cantos por noche
también descansamos fluyendo en la improvisación. El deleite surgía con el
alientos pal corazón, y las carcajadas del alma. Ahí en ese tiempo, nos dimos cuenta quiénes éramos, por dónde
se pronunciaba la estela femenina de nuestras antepasadas y por dónde la
sanamos, entre todas, con todas. Por todos los que nos rodean.
La prioridad no es ganar dinero con esto, ni que cambiemos
al mundo por medio de la paz. Nuestro objetivo es ser coherentes en el diario
vivir donde se pide paz ante tanta violencia, pero el corazón sigue ansioso por
tanta oscuridad.
Y así, de alguna manera fluimos desde la respiración
haciendo honores a la dulce voz de la tierra entonando la esperanza en vida
para las siguientes generaciones.
Si alguna mujer lee esto y se encuentra en Jalisco, México,
no dude en contactarnos. Porque mujeres de luna somos todas y aunque ahora esté
yo de regreso en esta mitad del mundo, las redes sociales me confirman que los
círculos siguen.
Y seguirán.
Ahei
Mitakuye oyasin
Texto y fotos: Patricia Karenina Casarín
Texto y fotos: Patricia Karenina Casarín
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