Estoy sentada frente al fuego esperando el primer rayo de
sol para emprender el camino hacia la montaña sagrada. El humo del copal me
despierta la memoria de nuestras abuelas que encontraban su destino
preguntándole a la tierra el camino que debían seguir para Ser medicina.
El olor del tabaco me inspira el compromiso de la palabra,
para ponerla al servicio de nuestros dadores de vida. El fuego se transforma
ante mi mirada, recordando la ley universal ”la materia no se crea ni se
destruye, sólo se transforma”. Es de lo único que puedo estar segura.
Fluye. La primera instrucción para una curandera. El flujo
de la respiración lo encuentro en el bello movimiento de la inspiración y
exhalación con la que el Universo nos crea y recrea todo el tiempo. Ese flujo
de aire que de nuestros cuerpos se emana es, cuando se hace un canto, aliento
sagrado que se desprende con la vibración del corazón.
Sigo sentada frente al fuego, tomo conciencia, no estoy
sola, en circulo están más personas que me acompañan.
Frente a nosotros el fuego y frente a él una cubeta de agua
con una mujer detrás que le habla. -Agua de las estrellas- dice, y continúa
cantando
“Desde el centro de este fuego
yo les llamo, yo les pido a mis abuelas…
que traigan el agua sagrada,
que calma el dolor y la pena”
Un escalofrío recorre mi espina dorsal con cada palabra que
escucho como un código que despierta mi memoria, la regenera y la re-informa.
Me queda claro que estoy lista para ir al encuentro de la verdad. Medito
mirando el fuego, mi sensibilidad despierta cada vez más, y en un momento el
profundo silencio se presenta en mi. Todo contiene sentido. El Universo me
atrapa y me lleva frente una hermosa anciana de cabellos blancos y largos
suspendida en las estrellas. La miro y me inclino ante ella. Abro mis brazos y
en un gesto de agradecimiento le entrego mi corazón.
La anciana dice: -Todas las que somos están viviendo en ti,
eres única, originaria y heredera legitima de la tradición de la Tierra y como
tú, todas somos una en la magia de la luna, en la vida de la Tierra. En ti está
el poder de convocar, implorar y plasmar el conocimiento grabado por miles de
años en la memoria genética que fluye por tu sangre. Plásmalo en el canto, en
la danza, en la pintura, en el arte de la vida.
Sangre de luz de la tierra brotará y como tú se juntaran más
para que su voz despierte y guíe a muchas otras mujeres. Cumpliendo así la
profecía del despertar de la conciencia por vivir en un estado de paz para que
el recuerdo de un canto provoque y equilibre el alma. Porque el canto es capaz
de mover la emoción del corazón de la tierra que nunca deja de cantar y vibrar, así como el tambor resuena en
nuestro corazón”
Sale el primer rayo de sol. Mi cuerpo, mi mente y mi
espíritu están listos para emprender este interminable viaje.
Texto y foto: Paulina Oviedo
Pintura: Chandra Esmeralda
y cuando transcurra todo,
ResponderBorrartambién la palabra y el silencio,
quede esa zona abierta
como una esperanza hacia atrás...entre la palabra y el silencio. <3 hermosa pagina Patricia Karenina.
tu mejor medicina es compartir tus entendimientos y tus herramientas, y dar ejemplo. gracias por este blog, por el tecote y por lo que aprendí observándote cuidar el fuego.
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